Mi nombre es
Susana Romero
Nací un 8 de marzo en la hermosa Alicante, y a lo largo de los años he seguido el camino que mi corazón me ha dictado: ser madre, maestra, y creadora. La educación y el arte han sido siempre mis grandes pasiones, y es en la intersección de ambas donde he encontrado mi verdadera vocación.
Como maestra de Educación Física, disfruto cada día en las aulas, pero mi alma también anhela esos dos meses al año en los que, junto a mi equipo de “Teatremociona”, recorro colegios y ayuntamientos compartiendo historias que no solo entretienen, sino que también tocan el corazón y dejan una huella en el alma de los más peques.
Mi infancia transcurrió en Petrer, un pueblo lleno de encanto en el interior de Alicante, donde las historias y los cuentos narrados por mis abuelas encendieron en mí una chispa que nunca se apagó. Esa chispa me llevó a escribir y contar mis propias historias, primero en grupos de narración y luego en pequeños teatros y cafés, hasta que la vida me llevó a vivir un año en Ibiza, donde escribí mi primer monólogo. Esa experiencia, como muchas otras, me mostró que los cuentos y el teatro no son solo una forma de expresión, sino también una herramienta poderosa para conectar con los demás y con uno mismo.
El Campello, mi hogar desde hace más de 18 años, me ha dado el escenario perfecto para seguir explorando esa pasión. Aquí he creado obras para infantes, he aprendido y crecido junto a otros artistas, y he participado en proyectos que han marcado mi vida. Mi amor por los peques, el teatro y la educación culminó en la creación de mis dos libros: “El lado oscuro de Papá Noel” y “Todo se transforma”, obras que nacieron del deseo profundo de ayudar a los infantes a entender el mundo que los rodea y a enfrentarse a sus propios desafíos con valor y creatividad.
Hoy, sigo llevando esas historias a las aulas, con la esperanza de que cada niño y niña que las escuche sienta un poco de la magia que yo sentí al escribirlas. Porque al final, lo que más me importa es que, a través de mis cuentos, los infantes puedan encontrar en sí mismos la fuerza para transformar sus vidas, tal como Lula, la pequeña oruga de “Todo se transforma”, encontró su propio vuelo.